La Revuelta de Stonewall de 1969, conmemora la noche del 28 de junio cuando la policía de Nueva York intentó apresar a varias personas del colectivo LGBTIQ+ que estaban reunidas en el bar Stonewall Inn, dando comienzo a una incesante e histórica lucha. Aunque las detenciones eran algo habitual, en esta oportunidad las personas trans, gays y lesbianas, cansadas del hostigamiento permanente, respondieron a la violencia institucional de la policía con una revuelta que se extendió por varios días y que marcó el inicio del movimiento moderno por los derechos de las diversidades en el mundo entero.
Más de 2000 personas se enfrentaron, durante dos días, cuerpo a cuerpo, contra 400 agentes de policía. La trifulca fue tapa de diarios y uno de los ritos iniciático de visibilidad para los movimiento de la diversidad.
Al año siguiente de estos hechos, en su aniversario se llevaron a cabo las primeras marchas del Orgullo en Nueva York, Los Ángeles, San Francisco y Chicago. En 1971, se sumaron Dallas, Boston, Milwaukee, Londres, París, Berlín occidental y Estocolmo y así sucesivamente otras ciudades. Actualmente, se realizan marchas en todo el mundo no solo para recordar estos hechos sino también para celebrar las identidades.
La protección legal de las personas diversas aún es insuficiente en muchos países. Incluso en aquellos lugares donde esa hostilidad no está avalada, existen barreras culturales que suelen actuar como obstáculos para desarrollar una vida libre de violencias. En este contexto, marchar con orgullo constituye una respuesta al estigma, la discriminación y las violencias.
Carlos Jáuregui, activista e impulsor de la lucha por los derechos de las personas de la diversidad en nuestro país, afirmaba: «En una sociedad que nos educa para la vergüenza, el orgullo es una respuesta política».