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Discurso Decana Dra. María Eugenia Martin

09 de noviembre de 2023, 15:09.

 

Buenas tardes, gracias por acompañarnos en este día, a la comunidad toda de nuestra Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en este acto, que esperamos año a año para celebrar, colectivamente, el logro que cada uno de esos títulos que han jurado ejercer con dignidad, representan.

Esta, la máxima celebración que tenemos, en tanto, formadores —función esencial de las universidades públicas—, y es precisamente por esto que nos acompañan, junto a la rectora y al vicerrector de la Universidad Nacional de Cuyo, las decanas, decanos, vicedecanas y vicedecanos de todas las unidades académicas. Decanas/os y vicedecanas/os mandato cumplido, secretarias y secretarios, personal no docente de apoyo académico, administrativo, colegas docentes. 

La de hoy es una colación muy especial, la 50, en el año en el que festejamos 40 desde la recuperación de la democracia, luego de las noches más oscuras, para nuestro país y para nuestra facultad; y cómo no mencionarlo, en pleno proceso electoral.

A quienes hoy se gradúan, les deseamos que disfruten plenamente la alegría que se vive al alcanzar este anhelo, la alegría que se siente al ver que la labor está cumplida. Muchas felicitaciones por la constancia y el esfuerzo, que para lograrlo se requiere. 

Felicitaciones también, a quienes fueron compañía y ayuda sostenida: sus amistades, sus familias, sus amores.

Seguramente para llegar hasta aquí, los deseos y las expectativas que traían, cuando nos visitaron por primera vez, habrán sido un pilar importante en este camino. 

Como comunidad educativa esperamos fervientemente, que al compartir nuestras aulas, ellos se hayan transformado, ampliando sus horizontes.

Creemos que es, precisamente, de la experiencia compartida en los pasillos, en las asambleas, en las militancias, en lo común, aquello de lo que se trata ser universitarios/universitarias.

Como graduades, fruto del esfuerzo de una patria entera que sostiene a la universidad pública, laica y gratuita, recuerden siempre que a ella nos debemos como profesionales. Y es justamente en momentos duros, como los que estamos viviendo, que su tarea se hace indispensable.

Como cientistas sociales están formados para comprender, cómo lo que hoy somos, se ha forjado histórica, discursiva, social, económica y políticamente. Y están hechos para aportar, siempre colectivamente, en equipo, usando todas las herramientas que una educación crítica, transformadora y de calidad, que hemos procurado brindarles, provengan de donde provengan. 

Si creemos profundamente, que la educación nos iguala.

Como pueblo, sabemos que en estos momentos estamos llamados a pedir garantías de que efectivamente se pueda acceder a ella, en tanto derecho humano y responsabilidad indelegable del estado.

Si creemos, profundamente, que la educación superior gratuita es un pilar fundamental para el desarrollo de nuestro país y sus habitantes, estamos llamados a decir claramente que no pensamos que pueda comprarse y venderse en el mercado como una mercancía cualquiera. 

Bien lo sabemos en nuestras disciplinas que el mercado, en tanto, institución social, como cualquier otra, sin ninguna regulación, solo garantiza la ventaja de quienes más tienen, sin excepción, en ninguna experiencia concreta en la historia de nuestra humanidad. 

Entonces, estamos llamados a decir: 

Como lo hemos hecho la semana pasada, Decanas y Decanos de las facultades de Ciencias Sociales y Humanas de todo el país, pertenecientes a las más variadas vertientes ideológicas y disciplinares, y por unanimidad, que las políticas que deseamos para nuestras universidades públicas, tienen que fortalecerlas y hacer de ellas cada vez mejores instituciones.

Tal como se propusieron los reformistas de 1918, quienes formaban parte de distintas agrupaciones estudiantiles, provenían también de diversas vertientes y buscaban la democratización de la enseñanza universitaria y al mismo tiempo, también bregaban por una sociedad más equitativa. 

En esa gesta se forjaron los pilares de la educación superior tal como hoy la conocemos, con libertad de cátedra, autonomía universitaria, cogobierno, extensión universitaria, concursos, becas universitarias y compromiso con la comunidad.

Los estudiantes reformistas plantearon lazos de solidaridad con el movimiento obrero, porque compartían sus preocupaciones y su visión se basaba en la idea de una universidad de puertas abiertas a la sociedad, y a todos los ciudadanos. 

Además, ellos sembraron la semilla de la lucha y la defensa de la educación gratuita y el ingreso irrestricto, que daría frutos solo décadas después, 

Cuando en 1949 el peronismo comprometió al estado nacional a dotar a las universidades de los recursos necesarios para alcanzar ese propósito. El decreto presidencial 29.337, estableció la gratuidad de todas las universidades públicas del país y el compromiso gubernamental para su financiamiento. 

La gratuidad, que hoy vuelve a estar en disputa, fue anulada en los gobiernos dictatoriales y recién definitivamente recuperada hace 40 años, junto con la recuperación de la democracia en 1983.  

Vale recordarlo en este aniversario de los 40 años. Muchas luchas debieron librarse para consolidar estos principios. Fue la reforma constitucional de 1994 la que incorpora el principio de la autonomía en la constitución nacional junto con el mandato de sostener la gratuidad. 

No fue hace tanto, por ello la mejor manera de honrar este esfuerzo y legado, es explicando que los derechos que hoy gozamos no siempre estuvieron allí.

Los formamos para reconocer los espacios de disputas de luchas, sus objetos, las estrategias y relaciones que los humanos construimos y desplegamos en las prácticas económicas, políticas, culturales y en todo ámbito en el que ofrezcan sus prácticas y saberes.

Los formamos para identificar claramente cuáles son los problemas, que necesitamos cambiar, y cómo lograremos que los cambios ocurran. 

Los formamos para hacer de las utopías instrumentos de transformación.

Cuando cambien un indicador, un concepto comunicacional, la modalidad de trabajo en un efector público, cuando mejoren los circuitos en la administración pública, cuando hagan una propuesta audiovisual, cuando trabajen en las siempre perfectibles políticas públicas, sea donde sea que este nuevo camino los lleve, que sea siempre para mejorar la vida de los pueblos. 

Para finalizar me gusta apelar en las colaciones a una bella idea: recuerden que el imperceptible aletear de las libélulas, dicen, que puede producir tsunamis. Por eso estamos felices de tener este auditorio lleno.

Vuelen, como las libélulas, por muchos cielos y hagan su trabajo como excelentes profesionales comprometidos con las transformaciones, seguramente necesarias para hacer de todo lugar en el que ejerzan un lugar más justo, más inclusivo, más solidario donde la salida nunca sea individual, sino, por el contrario, preocupándose siempre por construir caminos multitudinarios, solo así una sociedad más justa e igualitaria donde todas, todos, todes puedan realizarse será posible.

Confiamos en la tarea que hemos hecho juntos/juntas en estos años, en nuestras aulas.

Muchas gracias.

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