Para empezar, en su vida su madre ha sido y es clave. Es quien la alentó y en ese camino Agostina Aveiro Sánchez fue conociendo qué es la inclusión y sus derechos para pelear por ellos. Es que su madre nunca aceptó que su hija tuviera una discapacidad, porque sencillamente para ella no la tiene. Si bien conoció una institución para personas ciegas, la llevaron una sola vez y no le gustó. Toda su primaria y secundaria las hizo en escuelas que no estaban debidamente adaptadas.
Había docentes que se daban cuenta, todavía guarda flashes de 2º grado donde la maestra la retaba por levantarse hasta el pizarrón a ver. Eso era lo único malo; las otras señoritas la entendían, intentaban ayudarla. En la escuela secundaria cursó los últimos 4 años con su hermana y luego la adaptación ya fue sola. Después allí conoció a Gonzalo, su pareja, que siempre la ayudó, incluso ahora en la facultad.
Hoy su vida cotidiana de estudiante universitaria es 24 por 7. Su memoria visual, la computadora, un teléfono adaptado y su trabajo como niñera configuran su mundo actual. Es que el mayor de los cambios de este año tiene que ver con la llegada de la pequeña Raquel, por lo que en menos de un mes tuvo que adaptar todo para su llegada. Para ello recibió mucha ayuda de amigos y amigas.
Antes la familia de Agostina estaba compuesta por cuatro hermanos más ( un varón y tres mujeres). Tenían un patio gigante y un parral. Hoy ese grupo familiar se modificó, creció: “Vivo con mi pareja. Nos pusimos de novios muy chicos, a los 16 años, y una niña, Raquel. Tenemos una medida excepcional de protección desde hace dos meses”.
La vida con Raquel
Rememorando, hubo un hecho que la llevó a pensar en la carrera de Trabajo Social. Conoció a Raquel, una niña que se encontraba en una situación muy difícil. Pasó el tiempo y empezó esa carrera con el fin de encontrarla y poder hacer algo por ella y su familia. Así, una amiga la ayudó a averiguar cómo era la carrera y luego de anotarse en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS). Todo iba bien hasta que en el 2016 tuvo que dedicarse a trabajar, se mudó, tuvo cuatro cirugías seguidas en el ojo y tuvo que abandonar.
En el 2018 dejó de trabajar y se puso nuevamente a estudiar. Hoy las cosas han cambiado de nuevo: “Mi vida cambió hace dos meses. Hoy mi día comienza temprano ya que Raquel, la nena que vive con nosotros, va a la escuela en la tarde. Hoy toma clases en forma virtual y si tiene tareas nos ponemos hacerla, sino nos ponemos a practicar algo que le cueste. Luego cocinamos y almorzamos. Tipo 15 nos ponemos cada una con su meet, ella en la escuela, yo en la facultad. Luego ella se pone a jugar o a ver tele y yo intento estudiar. La verdad se complica mucho. Ya tipo 21 llega mi marido, que se hace cargo de la niña y de la casa y ahí me encierro para poder estudiar. Muchas veces se complica, entonces debo quedarme en la noche estudiando”.
Los "beneficios" de la pandemia
Para Agostina los cambios entre el cursado presencial y virtual la han ayudado. Sus compañeros/as o su pareja también la apoyan, le leen. “Me favoreció muchísimo. Me costó empezar por las cirugías y el trabajo, pero ya en el 2019 empecé a ponerme más las pilas y el año pasado fue genial para mí porque pude cursar y tener mi tiempo de estudiar. Lo presencial se hacía cuesta arriba porque no veía los PowerPoint que proyectaban, no entendía y además había profesores que no tenían en cuenta las discapacidades. Hoy con lo virtual llevo las clases porque tengo yo el material. Realmente se me ha hecho mucho más fácil, hasta me puse al día".
Jugadora de toda la cancha
Pero en la vida de Agostina no todo se limita al estudio, el trabajo o la familia. Además integra Las Valkirias, el primer equipo de fútbol femenino de mujeres ciegas en Mendoza y el cuarto del país. Una amiga que también estudia Trabajo Social le comentó que estaba formando un grupo de mujeres que jugaban a la pelota y así comenzó. Al principio tenía muchísimo miedo pero es un grupo que la acompaña muy bien. Empezó en marzo y, aunque tiene algunas lesiones en la pierna, espera con ansías y expectativa el hecho de competir contra un equipo de Córdoba o de otras provincias del país.
Entre sus objetivos profesionales, la futura profesional dice que aspira a “ser la voz de quienes no son escuchados/as y ayudar a cambiar la realidad de estos/as a partir de mis conocimientos. Estoy siempre dispuesta a aprender con los y las demás”.
Ahora si se le pregunta por algún objetivo más personal, dice que aunque ya tiene una hija del corazón, no duda en decir que un sueño y un proyecto es ser madre nuevamente.