Luciana Soto (25) y Nicolás Cuervo (22) estudian Comunicación Social en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo. Ellos partieron de Mendoza con gran entusiasmo e intrigados por los países que conocerían por primera vez y en los cuales estudiarían por unos meses.
Ellos cuentan aquí cómo fueron sus estadías, sus vivencias y cómo recibieron la noticia de la pandemia estando tan lejos de casa.
Luciana emprendió su viaje de intercambio a Toulouse, Francia; un viaje que ansiaba desde que ingresó a la facultad. Estudió francés, idioma que la apasionó por completo, y después de reuniones y charlas, finalmente logró ganarse el viaje de intercambio.
“Para mí, Toulouse es la mezcla justa entre un pueblito y una ciudad”, admite desde allá. Ella no iba con demasiadas expectativas ya que una compañera había estado en esa ciudad y le había comentado que era "parecida" a Mendoza. Sin embargo, Luciana dice que aquella ciudad superó sus expectativas absolutamente: “Es realmente muy hermosa, tiene calles y callejoncitos muy lindos y pintorescos. Hace casi un año que estoy acá y todavía no la termino de descubrir". Cada calle, comenta, desemboca en lugares lindos y especiales para quedarse a tomar algo, o disfrutar de una linda vista.
“Me encanta perderme y pasear”
La noticia de la pandemia, cuenta Lu, en un principio apareció como rumor. La gente comenzaba a hablar, pero no resonaba demasiado en su entorno. Finalmente, un día habló Emmanuel Macron, presidente de Francia, y dio la noticia: el país entraba en confinamiento.
Al preguntarle a Luciana cómo había vivido ese momento, repasa: “La verdad es que yo lo viví como un cambio de blanco a negro” La noticia fue un cambio muy abrupto y muy de repente. Lo que más le sorprendió fue que de un día para el otro debían estar encerrados, salir con una declaración jurada en mano y no podían caminar a más de un metro de distancia de sus casas, “de pronto había que usar máscara, en el supermercado no había alcohol en gel, no había servilletas”.
La mendocina llegó a Toulouse a fines de diciembre y empezó las clases en enero. Cursaba y rendía exámenes normalmente pero después de las vacaciones de febrero, es decir vacaciones de primavera, de repente tenían que mantenerse aislados. “Me bajoneé un poquito cuando nos dimos cuenta de la gravedad de la situación, pero realmente tuve un muy buen sistema de apoyo”, dice.
Desde la universidad de Toulouse tuvo un apoyo realmente muy bueno, tuvieron que tomar clases online y rendir exámenes. Tanto exámenes como trabajos contaban con varias oportunidades, justamente por la situación que estaban pasando. Todas las semanas la universidad le enviaba un mail contándole las novedades al respecto de la pandemia, y un contacto para tener ayuda psicológica en caso de ser necesario.
La universidad de Toulouse también daba ayuda económica “para aquellos que estaban muy justos. A mí me pasó, nadie tuvo en cuenta la pandemia”.
Luciana habla sobre los planes que tenía y cómo se vieron modificados por la pandemia. Su visa de 8 meses pensaba usarla por 7 meses para poder cursar y luego viajar, pero cuando inició la pandemia no tenía forma de volver a Argentina. Si bien le ofrecieron un vuelo de repatriación en marzo, ella nos comentó que verdaderamente era muy costoso y decidió no tomarlo.
“En este momento las fronteras están cerradas, así que técnicamente no puedo volver”. Francia entró en confinamiento el 30 de octubre hasta el 30 de noviembre. Luciana se está capacitando y aprovechando estos días de confinamiento: “La situación yo la estoy viviendo muy tranquila porque puedo seguir estudiando y trabajando”.
“En cada lugar hay un poquito de historia”
Nicolás Cuervo es un estudiante cuyo intercambio comenzó hace 9 meses en la Universidad de Aydin, Estambul, Turquía.
Al preguntarle sobre sus expectativas, afirma que “fueron muy superadas”. Lo dejó realmente impresionado la cantidad de gente que conoció, de todas partes del mundo, no solamente de Europa sino también de Asia, África, Medio Oriente, y muchas lugares más.
Turquía, dice, “es un lugar maravilloso” y Estambul en particular le pareció un lugar impresionante, desde lo cultural y lo arquitectónico. La hospitalidad de la gente y la historia lo dejaron casi sin palabras. Sus lugares son increíbles y realmente muy grandes. Solamente en Estambul hay 2 millones de habitantes.
Nico viajó mucho por el sudoeste de Turquía, sobre todo por la Costa Oeste, la cual, según él, tiene una gran similitud con Grecia, lleno de templos griegos y ruinas. También visitó la ciudad de Troya, con la cual quedó absolutamente impresionado por su belleza y también el centro de Turquía, sobre todo Capadocia “la ciudad de los globos”.
Respecto de cómo se enteró de la pandemia y cómo lo tomó, admite que “apenas llegó la noticia le teníamos mucho más miedo de lo que le tenemos ahora". Nicolás y sus compañeros tenían temor a que cerraran todo y no pudieran visitar nada. "Así fue, pero teníamos la idea de que serían solo unos 10 días y bueno listo, pasaba rápido".
Cerraron las universidades, algunos parques y comenzaron a poner cada vez más restricciones, pero siempre podían salir. La cuarentena regía los días de semana y cerraron la facultad, de modo que tuvieron que tomar clases online: “El aislamiento fue sobre todo los días especiales como feriados y justo también coincidió con Ramadán, una actividad de la religión islámica, musulmana", comenta.
“En un momento no podía volver a Mendoza, y me gustó tanto Turquía que fui a visitar ciudades y a viajar durante un mes y me gustó tanto que me terminé quedando”. Ahora puede volver ya que los vuelos comerciales han vuelto. Sin embargo, admite que la situación allá está muy bien, aunque puede llegar a complicarse un poco dado que se acerca el invierno y ya se está hablando de volver a la cuarentena.
Lo que más destaca Nico de sus anfitriones es la hospitalidad: "Para recibirte en tu casa, comer, para servirte un té después de comer… aunque te acaben de conocer”. Con respecto a esto, cuenta una historia que comenzó en un viaje en micro. Conocieron a un señor que viajaba en el mismo colectivo que ellos y los invitaron a comer a él y a sus amigos. Les hicieron una cena y “nos dijeron que nosotros siempre podemos hablarles a ellos, que son nuestros papá y mamá de Turquía, porque decían que 'se extraña a la familia, así que ustedes tienen una familia acá en Estambul'”. Y eso fue algo que hizo a Nico darse cuenta de que las personas de aquel país realmente son muy especiales.