Desde el 2015, la Organización Naciones Unidas impulsa la conmemoración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia y este año lo hace junto al lema “Innovar, demostrar, elevar, avanzar, sostener” (IDEAS), con el objetivo de apoyar a las científicas y promover el acceso de las mujeres y las niñas a la educación, la capacitación y la investigación en ciencia y tecnología.
Esta fecha nos invita a reflexionar sobre los devenires de la ciencia y considerar que ésta no es ahistórica ni neutral y que se construye socialmente.
Escritoras, artistas, activistas, deportistas y aventureras, pero también inventoras y científicas. Si de historia de la ciencia y tecnología se trata, hoy conocemos cada vez más aquello que antes impedía, ocultaba o invisibilizaba a las mujeres en el mundo del conocimiento y la ciencia.
En algunos intercambios cotidianos suele instalarse la mirada de que los hombres habrían sido entonces más curiosos y habilidosos que las mujeres, pero lo cierto es que hay implicaciones histórico-políticas mucho más profundas que reducir a ello la inequidad existente de las mujeres en la ciencia. Basta solo con repasar épocas de la historia donde las mujeres ni siquiera podían acceder a la
educación, era un privilegio para los hombres -aunque todavía siga siendo una barrera en algunas partes del mundo.
Y es que los estereotipos y prejuicios de época perfilaban la misión de las mujeres en la vida social ¿acaso podían dedicarse a otra actividad más allá de los cuidados, la crianza, el hogar? ¿Cómo se originaron las representaciones e imaginarios sociales sobre la ciencia? Si lo pensamos bien, las incorporamos en la memoria infantil, desde las instituciones tradicionales como la familia, la escuela, los cuentos y en los contenidos de los medios de comunicación, donde se ven hombres, vestidos de guardapolvo blanco, lentes y pipeta, con mirada excéntrica. La ciencia no era cosa de chicas.
Con el tiempo, hemos podido retomar y conocer las historias de vida de mujeres científicas que se animaron a saltar los impedimentos socioculturales, contextuales e institucionales para decirse a sí mismas que podían marcar un camino diferente. Prácticas, patentes y aportes a la producción científica del pasado (no tan allá, hasta más bien reciente) han suscitado controversias en el sistema científico, por no haber sido reconocidas ni como pioneras ni como parte sustancial de un avance científico colectivo.
Se pueden mencionar cientos de ellas, mujeres de ciencia que revolucionaron los paradigmas e innovaron en el campo científico de diversas disciplinas. Lejos de dejar a ninguna fuera de una lista de talentos -que hoy seguimos descubriendo por todo el mundo-, podemos mencionar a Marie Curie (química y física, primera mujer Premio Nobel), Rosalin Franklin (química y cristalógrafa de rayos x), Hedy Lammar (actriz y precursora del wifi), entre tantas biografías más que reafirman su legado científico.
Algunos datos que nos remiten al presente, según el Instituto de Estadística de la UNESCO (que toma de base a 107 países en el período 2015-2018), muestran que las mujeres representan un 33,3% de la comunidad científica existente en el mundo. Respecto a nuestro país, de acuerdo a las estadísticas del Sistema de Información de Ciencia y Tecnología Argentino (SICYTAR), la distribución demográfica revela que el 59,7% son mujeres y el 40,3% hombres.
Asimismo, en cuanto a las áreas con mayor participación de investigadora/os a nivel país, se revela lo siguiente: Sociales (28,2%), Naturales y Exactas (25,2%), Humanidades (18,7%), Ingenierías y Tecnologías (12,1%), Agrícolas (8,2%), Médicas y de la
Salud (7,6%).
Además de alentar a las mujeres del mundo al acceso a disciplinas científicas donde hay mayoría histórica de varones, debemos valorar la labor, el compromiso y el impacto transformador de las mujeres y los feminismos en el ámbito de las Ciencias Sociales y Humanas.
Si bien en Argentina se muestran números más alentadores y mayor protagonismo de mujeres en la investigación que en otros periodos, queda mucho por hacer cuando se trata de la incorporación de científicas en roles jerárquicos y la integración de la perspectiva de género.
Diálogos sobre las mujeres en la ciencia y en el ámbito universitario
Abrimos el diálogo sobre esta conmemoración junto a Carina Cortassa, investigadora en la línea de Percepción y Comunicación de la Ciencia en el Centro Redes y profesora e investigadora de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Es Doctora en Ciencia y Cultura por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en Ciencia, Tecnología y Sociedad por la Universidad de Salamanca.
- ¿Por qué se conmemora el día internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia? ¿Qué mensaje nos hace llegar?
En 2015, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Como suele plantearse en estos casos, la pregunta es: ¿por qué un día, y no todos los días? ¿Por qué es necesario que exista una fecha determinada en los calendarios para reivindicar el papel fundamental de las mujeres en el desarrollo científico y tecnológico - mundial, nacional-, y para impulsar a las chicas de todas las edades a embarcarse en una carrera en ciencias? Un día no hace la diferencia, es verdad.
Las barreras implícitas que obturan la llegada de las mujeres a los niveles superiores de los escalafones profesionales, el confinamiento en campos disciplinares feminizados, en funciones técnicas menos cualificadas y en espacios de menor responsabilidad, el drenaje de capacidades que opera entre las jóvenes graduadas cuando pretenden avanzar en la carrera académica, no van a desaparecer por decreto ni por normativas que exijan cupos o paridades.
- ¿Qué dinámicas desalientan el panorama e implican un desafío constante?
Los mecanismos de segregación vertical y horizontal que operan de manera sistemática en el sector (los llamados “techos de cristal”, “pisos pegajosos”, “guetos de terciopelo”) son huesos bien duros de roer. Así lo demuestran décadas de estudios orientados a identificar los desbalances en el acceso, permanencia y promoción de las mujeres en el ámbito de las ciencias y la tecnología, a examinar y denunciar los factores que operan en esos procesos, y a proponer estrategias orientadas a atenuar las
brechas.
Los resultados llegan, sí, aunque muy lentamente. Las iniciativas en curso se multiplican, pero todavía falta un largo trecho para que se conviertan en herramientas transversales efectivas de transformación política, institucional y cultural.
- ¿En qué disciplinas se destacan las mujeres científicas en la Argentina y qué camino queda por recorrer?
Las investigadoras argentinas destacan en todos los campos disciplinares, sin distinción, sorteando los estereotipos y limitaciones –tanto objetivas como simbólicas– que van marcando las distintas etapas de su desempeño profesional. No merecen “gratitud” ni conmemoraciones de un día, sino respeto cotidiano, ambientes de trabajo protegidos contra las diversas formas de violencia de género, condiciones laborales que garanticen –en los hechos, y no solamente en la retórica– equidad en el acceso, competitividad y jerarquización en la carrera acorde con sus méritos.
Ese es el camino que nos toca desandar para que las nenas y las chicas de hoy sean, mañana, científicas seguras de sí mismas y de sus vocaciones, insertas en un sistema que las contenga, valore y promueva.
La mirada de María Fernanda Pampín
En diálogo con María Fernanda Pampin, nos comparte su mirada desde la labor editorial en el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Se desempeña como Directora de Producción Editorial de CLACSO y es Doctora en Literatura y Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires y fue becaria doctoral e investigadora postdoctoral del CONICET en el Instituto de Literatura Hispanoamericana (UBA). En esta oportunidad, nos aporta su perspectiva sobre las mujeres en el ámbito científico y en el quehacer editorial.
- ¿Cuál es el rol y aporte de las mujeres en el ámbito científico de las ciencias sociales?
El rol de las mujeres, más bien, su inclusión en el nivel superior del sistema educativo y en especial en el ámbito de las ciencias sociales, ha crecido en los últimos años. Esto significó la ampliación de los campos temáticos así como del ámbito formativo, es decir que no solo podemos reconocer un aumento de la masa crítica que nosotras producimos sino que es también posible proyectarlo en las nuevas generaciones de jóvenes investigadoras.
Es una discusión que se basa, como sostiene nuestra querida Dora Barrancos, en el vínculo entre conocimiento y política, pero también conocimiento y sociedad.
- ¿Y en las universidades ha habido un avance?
La situación en las universidades también se ha ido modificando y cada vez más mujeres ocupan roles decisorios en el área de publicaciones, pero también en los departamentos de las carreras, en los organismos de ciencia y tecnología. La mayoría del alumnado universitario también está constituido por mujeres pero todas y todas sabemos que no hemos compartido las mismas oportunidades y hemossorteado muchos obstáculos para acceder a la educación superior y que hemos tenido que luchar durante mucho tiempo para acceder a la formación profesional.
En ese camino, el rol de las mujeres investigadoras también se ha hecho visible para el resto de la sociedad. Hoy contamos con un número importante de rectoras a lo largo y ancho del país que hace tan solo 4 o 5 años era difícil de imaginar.
Para ahondar en este tema, sugiero la lectura del último apartado de Devenir feminista. Antología esencial de Dora Barrancos (de descarga en acceso libre: clic aquí), en el que va armando una genealogía de mujeres en nuestro país en el sistema educativo, en la ciencia, y se refiere nal derecho a la inclusión, a la igualdad y las históricas desigualdades, a las tensiones por las que tenemos que atravesar, a las vicisitudes de la gestión política, a la participación de las mujeres en la vida científica, etc.
- ¿Qué participación e importancia tienen las mujeres en el trabajo editorial?
Si bien los hombres han ocupado un lugar hegemónico en la historia de la edición, sin embargo, las mujeres también hemos hecho una enorme labor qué se ha empezado a visibilizar en los últimos años, ya durante la última década del siglo XXI. Por supuesto, no es que las mujeres hayan ocupado un lugar marginal en este campo, sino que no ha se ha podido visualizar el trabajo realizado porque, en muchos casos, si bien fuimos las que nos hemos ocupado del trabajo real no habíamos logrado alcanzar cargos decisorios en las empresas, en las instituciones, en las universidades. Afortunadamente, estamos cambiando la historia.
- ¿Cómo describirías ese recorrido?
Hemos trabajado en todos los eslabones de la cadena y hemos conseguido fomentar y fortalecer el sector editorial en el país, poniendo a funcionar ideas novedosas y desafiantes para sus respectivas épocas.
Hoy me interesa, en ese sentido, reconocer la importancia de este trabajo: para pensar el rol de la mujer en el campo cultural, literario e intelectual. Y, por eso, también quiero mencionar y reconocer la trayectoria de al menos algunas de ellas, quienes se desempeñan en el ámbito de la edición literaria pero también de materiales vinculados al mundo universitario y académico.
La mayoría de los roles editoriales estaban, y hoy lo son aún más, cubiertos por mujeres. Incluso, a nivel global, las mujeres componen un aproximado del 70% de la fuerza laboral del mundo editorial. Lo que quiere decir que las mujeres somos las principales responsables de los libros que se publican.