En esta fecha recordamos a las miles de obreras textiles de Nueva York que en 1857 salieron a marchar en contra de los bajos salarios (menos de la mitad de lo que percibían sus compañeros hombres por la misma tarea); esa jornada terminó de forma muy triste: con la muerte de 120 mujeres por la brutal represión policial.
Hoy, 162 años después, la desigualdad que denunciaban esas trabajadoras sigue vigente en muchos ámbitos: amplia brecha salarial entre hombres y mujeres; imposibilidad de acceder a cargos jerárquicos y puestos públicos por el simple hecho de ser mujer; gobiernos de todo el mundo sin perspectiva de género; violencia social, económica y psicológica sobre millones de mujeres, jóvenes y niñas; justicia patriarcal que juzga a las víctimas en lugar de a los victimarios; y un mecanismo mediático que es funcional a esta mirada sexista.
Por eso, el 8 de marzo no es un día para regalar flores ni bombones; sino para reflexionar sobre el rol de cada institución y persona en la lucha por la igualdad de derechos, así como en las prácticas cotidianas hacia el interior de cada hogar.
Durante siglos, las mujeres se han visto impedidas de decidir sobre sus vidas, sus cuerpos, sus proyectos y muchas cosas más. Se les asignó un rol y un lugar, sin tomar en cuenta sus propias necesidades y objetivos.
Hoy, como en 1857, las mujeres dicen ¡BASTA! Basta a la brecha salarial, basta al no acceso a cargos públicos, basta a la maternidad impuesta, basta a los femicidios, basta a todo tipo de desigualdad, violencia e injusticia basada en el género.
Desde la FCPyS acompañamos la lucha de las mujeres, para que no lleve 162 años más alcanzar el respeto a los derechos, la vida y los deseos de las mujeres.
Este 8 de marzo, ni flores ni bombones: respeto e igualdad de derechos.