Saltar a contenido principal Saltar a navegación principal

“La encarnación de nuestra memoria”

Así las describió la vicepresidenta de IDEGEM, doctora Alejandra Ciriza, a María Assof de Domínguez, Agustina Elcira Corvalán de Vera y Margarita Guerrero de Barrera Oro.

22 de marzo de 2016, 12:12.

imagen "La encarnación de nuestra memoria"

A 40 años del golpe militar que sumió a Argentina en una época de oscuridad, silencio y dolor, tres madres reflexionan sobre la importancia de no olvidar y, sobre todas las cosas, seguir defendiendo la consigna memoria, verdad y justicia.

Agustina Elcira Corvalán, madre de Rodolfo Osvaldo Vera, oriundo de Dorrego, Guaymallén, expresó “es importante continuar con la lucha y que no se olviden”. Además añadió que desde 1976 “lo que me motiva para seguir luchando es saber qué sucedió, dónde los llevaron, y por qué los secuestraron, los mataron y los desaparecieron".

Al momento de describir a su hijo dijo que era un chico trabajador, que estaba en la dirección de Turismo donde hacía planos y además estudiaba arquitectura. “Ayudaba a los pobres, repartía lo que tenía y estaba en el Centro de Estudiantes, ahí lo marcaron”.

Recordó que el día que se lo llevaron estaba durmiendo con el hermano y este luego se fue; ahí llegaron y lo secuestraron. “Desde ese día nunca más supimos nada de él”, manifestó Agustina.

Por su parte, Margarita Guerrero de Barrera Oro con sus casi 90 años de edad, compartió su sentir y aseguró “la memoria hay que mantenerla viva y lo importante es que la gente tiene memoria. No esperan que les pase a ellos para recién reconocer lo que pasó durante la dictadura cívico militar. Hay que mantener la memoria para que esto no vuelva a pasar, nunca más”.

Además confidenció que la lucha siempre se disfruta porque es por algo que uno quiere. “Si te quedás ahí sin hacer nada es mucho peor. Desde el 12 de octubre de 1976, que secuestraron a mi único hijo varón Jaime Barrera Oro, de 26 años, nunca más supe nada. Todos hablan así a la deriva. Siempre, sobre mi hijo, hay dichos sueltos por ejemplo me enteré que se le estaba cayendo el pelo. Pero me gustaría saber aunque sea una sola cosa, pero que se diga de verdad. Todos hablan que sí estuvo y que lo vieron, pero eso no nos da ninguna satisfacción”.  Al finalizar sentenció que: “Se llevaron a chicos que valían la pena, a la gente luchadora y que pensaban en los demás”.   

Recuerdo de aquellos años

María Assof de Domínguez, madre de Walter Domínguez Assof, secuestrado el 9 de diciembre de 1977, recordó “fueron años en lo que estaba como dormida. Lo único que me importaba era que el sueldo de mi marido me alcanzara para estirar el mes. Siempre ha sido así, el trabajador siempre ha ganado la justo, y a veces ni para pasar el mes”.

Además agregó que: “La lucha era esperanzadora. Salíamos a la calle a buscar a nuestros hijos vivos, como se los habían llevado. Preguntamos en distintos lugares, pero la respuesta era negativa. Volvíamos a la casa con la cara más larga que con la que habíamos salido; encima nos insultaban e incluso cuando buscábamos un abogado. Nos querían conformar diciéndonos que ya iban aparecer, que seguramente se fueron con alguno o alguna, dependiendo si era una chica o un varón”.

“No nos quedamos a llorar en la casa. Aunque en esa época era muy difícil la comunicación y hablar por teléfono era muy caro; nos fuimos enterando lo que hacían las madres en Buenos Aires y las tomamos como ejemplo. Al principio estábamos muy solas nos insultaban cuando nos veían, nos trataban de locas y de mentirosas.  Así fue como empezamos acá en Mendoza y ya  hace 38 años que marchamos todos los jueves de 11.30 a 12 hs en la plaza San Martín de la Ciudad de Mendoza”

Además, María recuerda que, al comenzar el gobierno de Alfonsín, cuando liberaron a los que torturaron y estuvieron presos, "entendí que nunca íbamos a saber nada de nuestros hijos”.

También expresó que: “En este país, desde los años 30, desgraciadamente, hubo muchas dictaduras. La última fue una de las más asesinas, inventó la figura del detenido desaparecido y el robo de niños. Esto es lo peor que le puede pasar a una madre, a un padre y a una abuela como yo.

Muy emocionada contó: “Gracias a Dios, después de 37 años he podido abrazar a mi nieta. Pero es mucho lo que me quitaron. Ella ya tiene hijos grandes, la mayor tiene 10 años. Me he perdido su infancia, su primer día de colegio, tanto de mi nieta como de mis bisnietos y eso me tortura  día a día. Pero agradezco porque muchas abuelas se han muerto sin encontrarlos, hoy tenemos recuperados 119 pero faltan muchos por recuperar”.

 Al finalizar, con voz firme y clara, manifestó: “No vamos a bajar los brazos nunca. A nuestros hijos no vamos a recuperarlos, pero la juventud se tiene que enterar. Nuestro sueño es que nunca más en este país pase lo que pasó en la última dictadura cívico militar. Nunca más una dictadura. Estamos viviendo una época extraordinaria con 33 años de Estado de derecho. Antes nunca sucedió esto”.

 

 

Contenido relacionado