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“La extensión es un proceso vinculante, formativo y transformador”

Lo afirmó Humberto Tommasino, referente latinoamericano y ex-prorrector de Extensión de la Universidad de La República, Uruguay. En su paso por Mendoza habló sobre la necesidad y la utilidad de la extensión en la formación. Entre otras reflexiones señaló que la extensión forma “estudiantes que no sean simplemente técnicos, que no aprendan solamente la disciplina cuadradita aislada de nuestras facultades, sino que aprendan para la vida, quiere decir aprender para una vida digna, una vida solidaria, una vida donde haya cada vez menos desigualdad”.

02 de noviembre de 2015, 18:27.

imagen "La extensión es un proceso vinculante, formativo y transformador"

Humberto, para quienes no tienen claro que es la extensión; por ahí los estudiantes que ingresan o que están solos en el aprendizaje del aula, ¿cómo les explicarías que es la extensión?

Hay varias formas de vinculación de la universidad con la sociedad. Una, por ejemplo,  es la formación de los profesionales que después  trabajan con la población.  Otra de las vinculaciones es la producción de conocimiento; la universidad produce un conocimiento que no estaba y que es relativamente inédito, el cual llenará algunos vacíos de conocimientos que después la universidad socializa y que, de alguna forma, instrumentan  a distintos actores.  Pero la otra forma de vínculo es la extensión.  Es cierto que la universidad ha levantado algunos muros en el transcurso de su devenir histórico que en algunos lados son más altos que en otros, evitando que haya contacto fluido con una porción de la sociedad. Lo que hace la extensión es, por lo menos de la forma que la concebimos nosotros, brindar la posibilidad de que haya ese contacto fluido, que no sea solamente intenso si no que sea cualitativamente caracterizado por el diálogo, por la posibilidad de escuchar, de aprender, de enseñar, de que ese conocimiento que la universidad tiene pueda ser socializado democráticamente e incorporado en los saberes de la gente, con la condición de que la universidad y los extensionistas también aprenden. Ésa es la extensión, la posibilidad de intentar socializar algunas de las cuestiones que la universidad sabe desde su saber científico, pero sabiendo que también va a incorporar el saber de las fracciones de gente con las cuales uno se junta: los productores, los campesinos, la población de los barrios, los cooperativistas es decir, con todos los sujetos colectivos con los que se vincula, y que eso hace mucho  a la formación integral de los estudiantes.

Formamos estudiantes que no sean simplemente técnicos, que no aprendan solamente la disciplina cuadradita aislada de nuestras facultades, sino que aprendan para la vida y aprender para la vida quiere decir mucho, quiere decir aprender para una vida digna, una vida solidaria, una vida donde haya cada vez menos desigualdad. Ése concepto de vida no solamente biológico sino que tiene que ver con las relaciones sociales, con la  solidaridad, y eso se aprende trabajando con otros necesariamente. Entonces, la extensión tiene una doble función: formar universitarios más críticos, solidarios y transformadores de las situaciones en las que viven; y, por otro lado, contribuir a la transformación de sociedad que en estas realidades latinoamericanas es bastante desigual y excluyente en sectores muy amplios de la población. Hay condiciones de dominación-explotación fuertísimas en todo el planeta, pero en nuestra América Latina en particular; es el continente más desigual del planeta. En esa situación concreta de la realidad latinoamericana una universidad pública latinoamericana se posiciona analizando cuál será su rol político en cuanto productora y socializadora de conocimiento. Por ahí va la explicación de por qué entendemos la extensión como proceso vinculante, formativo y transformador.

¿Qué le diría al docente que recién está escuchando sobre la extensión y se le genera alguna sensibilización?

Les hablaría desde la experiencia concreta de nuestro trabajo como docente con estudiantes. Les digo a los docentes que no han tenido la oportunidad de trabajar con estudiantes en territorio o en alguna organización, que cuando uno logra llegar a los espacios de territorios y trabajar con actores sociales, eso genera en los estudiantes un aprendizaje desde problemas concretos y no de libros; pasan de aprender desde la realidad de la práctica y no de la mediación del trabajo docente; y eso, para el estudiante, es maravilloso; genera situaciones de mucha búsqueda y motivación. Mientras que, para el docente, hemos visto que, después de que uno empieza a enseñar así, difícilmente vuelva al aula como cuando arrancó a enseñar. Siempre estamos viendo cómo vamos a repensar nuestra practica desde el trabajo en territorio, en donde el medio enseña, porque nos queda claro que en el trabajo de aula siempre nos queda la horma chica siempre, mientras que, cuando hacemos territorio con actores, genera plenitud, rigurosidad y motivación en la enseñanza que ponemos en juego y en el aprendizaje de cual forma parte el estudiante. Por eso, les digo a los compañeros que no han incursionado todavía en incorporar la extensión, no está bueno que se lancen sin acompañarse con otros docentes que tengan alguna experiencia; siempre hay docentes en todas facultades que están haciendo algunas cuestiones de extensión; es importante formar equipos interdisciplinarios. En la interdisciplinaridad de la practicas de trabajo con actores sociales en territorio nos ha ido muy bien, porque la formación de los estudiantes ha sido -dicho por ellos- muy superior, y la plenitud de nuestro trabajo docente también.

¿Cuál es tu historia trabajando en la función de extensión?

Bien, son muchos años; de hecho, en 2015 estamos cumpliendo con un grupo grande de compañeros 30 años de trabajo en el cantegril, como le llamamos a las villas. Una de las cosas que estamos haciendo es recuperar todas las historias de aquella vieja época  y muchos hemos seguido trabajando. A veces por algunos periodos no vamos al barrio, pero uno siempre vuelve a ese primer amor del trabajo con las organizaciones. De ahí viene el trabajo, mi historia con la extensión: el trabajo con cartoneros -allá les decimos clasificadores- después el trabajo rural; y en los últimos tiempos, trabajo de gestión vinculado a la extensión. Ahora estoy volviendo a trabajar en la facultad de Veterinaria, saliendo mucho a dar algunos cursos tanto en Argentina como en otros lugares de América Latina. Estoy contento con eso, porque estamos aprendiendo cosas de otros lugares y vemos el panorama de la extensión latinoamericana que cada vez hay más.

¿Como cuáles?

Hemos visto, por ejemplo, algunas cuestiones en Costa Rica, Panamá, Cuba,  México, Argentina, Paraguay y Brasil. Ahora vengo de estar en San Pablo, en la UNESPI; antes habíamos  estado en Pelotas y Santa María. En tanto, acá hemos estado en La Pampa, Entre Ríos, Rosario, y ahora por suerte de nuevo en Mendoza. Nos estamos moviendo bastante y estamos aprendiendo mucho de las realidades  de las universidades y de la extensión, en particular, de América. Ahora vamos a Chile y Bolivia. En  Bolivia, por ejemplo, vamos a encontrarnos con gente de 8 universidades públicas que hacen extensión. Vamos con Jorge Castro, otro viejo compañero con el cual venimos trabajando juntos, igual que con ustedes los compañeros de la UNCuyo. Creo que desde el 2008 ó 2009 venimos acá y ustedes fueron en 2011; siempre tratando de aprender los unos de los otros. Como ejemplo, de la UNCuyo aprendimos formas para trabajar en contexto de encierro y después pudimos aplicarlo allá. Siempre intentándolo a partir de las realidades locales, pero partiendo de la experiencia de ustedes que fue muy rica para nosotros.  

 

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